Hay que admitir, entonces, que existe hoy un mercado electoral  disponible para que se imponga una alternativa al Gobierno. Sin embargo,  de esa constatación no cabe deducir la derrota de la Presidenta. Que  esa secuencia, que parece lógica, pueda no verificarse revela el  problema central de la vida pública en el país: la política tal vez no  le provea a esa franja disconforme de la sociedad el dispositivo  organizativo necesario para que se produzca la alternancia.
Desde el derrumbe de 2001 se registra un pavoroso déficit de  organización política que induce a imaginar que la crisis que se abrió  aquel año se está volviendo crónica. En estos meses ese fenómeno arrojó  muchas evidencias. El actual ciclo electoral se tragó por lo menos  cuatro proyectos presidenciales: los de Julio Cobos, Ernesto Sanz, Pino  Solanas y Mauricio Macri. Y puso en serio riesgo los de Eduardo Duhalde y  Alberto Rodríguez Saá, que no pudieron concluir su interna por falta de  estructura.
Esta minusvalía en el campo opositor es el principal  activo del Gobierno para las internas del próximo 14. Con el mismo  criterio se puede aventurar que el radicalismo aventaja a los demás  rivales de la oposición, ya que dispone de un mayor despliegue  territorial en Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos, Catamarca,  Chaco, Neuquén y Santa Cruz. La hipótesis de la eventual superioridad de  Duhalde sobre Alfonsín debe ser cotejada con esta corroboración.
La carencia de una maquinaria electoral está agravada  por la nueva legislación. La norma que regula las internas establece que  para competir en octubre no sólo los candidatos presidenciales sino  también las listas de diputados nacionales de cada distrito deben  alcanzar el 1,5% de los votos válidos. Cabe suponer que muchos  postulantes a la presidencia irán a las elecciones generales  desprovistos de representación en numerosas provincias, con la  consecuente carencia de movilización y fiscalización.
No soy yo, es Pagni que se acaba de chocar contra la realidad
Si, salvo que Duhalde y Saa siempre estuvieron "en serio riesgo".
ResponderEliminarY Sanz jamás fue un proyecto de nada.
Menos mal que les pagan para escribir esto. Lo que es tener suerte y cobrar un gran sueldito con tan poco.
Lloran, Daniel. Se comieron los globos y cuando se acabaron las canciones de Gilda, se prendieron las luces y se miraron las caras, no sabían para donde correr. Y ya era tarde
ResponderEliminarUn abrazo