La adquisición de coches, electrodomésticos, esparcimiento, ropa y calzado se mantiene, y de acuerdo con la investigación política arroja un neto rédito para el Gobierno. El poder de compra se asienta en por lo menos tres factores: el aumento del PBI, el nivel de empleo y el valor del salario real, relativamente preservado de la inflación.
Pero el predominio electoral no se agota en la cuestión económica. Lo que en la jerga periodística se llama "el voto cuota" es una razón necesaria, aunque no suficiente. Al crecimiento económico y sus efectos virtuosos en términos de empleo y salario hay que sumarle una serie de preferencias, obtenida mediante los sondeos de opinión, que arroja altos índices de identificación con el relato oficialista.
Así, más del 60% de la población está hoy de acuerdo con un papel protagónico del Estado en la economía; con una participación importante de éste en la propiedad de las empresas privadas; con la continuación de los juicios a los militares, y con la no intervención de la fuerza pública en casos de protesta social que afecten a terceros. Un porcentaje ligeramente menor está de acuerdo también con mantener o incrementar las relaciones con Hugo Chávez.
Esta es la ventaja de Cristina de cara a las presidenciales: el consumo y el relato. Aunque con un matiz: la buena performance electoral del Gobierno pareciera basarse antes en el bienestar económico que en la identificación política. Dicho en otros términos: sería poco probable que la gente aprobara el discurso populista si el país estuviera en recesión.
No soy yo, es Eduardo Fidanza en la Nación
No hay comentarios:
Publicar un comentario