Primero repudio la agresión que sufrieron Lanata y Magdalena. Una agresión estúpida, adolescente, insignificante y berreta. Pero agresión al fin. Los adjetivos son tanto para el echo como para al autor del echo. Y tanto en este caso, como en cualquier otro, una agresión verbal o fisica sin fundamento (esto es, previa agresión verbal o fisica de la otra parte) es total y absolutamente repudiable. Estamos todos de acuerdo y en paz. Pero no. Je. Siempre hay algo mas.
Si es una noticia que alguien grite y tire un par de piedritas para llamar la atención, estamos al horno. Debemos empezar a entender que todos, o sea TODOS, somos responsables de vivir en este país y de sacarlo adelante. Esto significa, tambien, vaya paradoja, convivir. Es decir, vivir en el mismo espacio. A mi me interesa vivir en el mismo lugar que todos ustedes. Todos, con sus matices, con sus ideas, aportan algo. Para algunos mas, para algunos menos, pero todos aportan. No me interesa vivir en una sociedad donde todo sea pelea, donde todo sea rencor.
Pertenezco a un movimiento político que entregó todo. Sangre, esfuerzo, vidas y cuerpos, para que este país sea digno de ser vivido. Nos quisieron matar de mil formas. Hasta inventaron un decreto para que no nos nombren. Primero nos silenciaron, después nos encerraron, después nos asesinaron. Y como eso no alcanzó, nos desaparecieron. ¿Hace falta, a esta altura, recordarlo? Parece que si. No somos nosotros, como fuerza política, como movimiento histórico, como sujeto social del cambio, los que vamos a agredir a periodistas. Eso no quita que si lo haga algún salame. Y está bien puteado por lo que hizo. Pero, como ustedes siempre dicen, hay un clima para esto.
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) podridos de que se nos ningunee y se nos trate de rentados, despectivamente
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) hartos de que el periodismo profesional nos tome de idiotas y finja una objetividad que nunca existió en la profesión
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) aburridos de que hagan operaciones de prensa para desprestigiar a nuestro movimiento político, manipulando la información al antojo de cada medio.
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) de que crean que son dueños de la verdad, cuando son una parte de la construcción de una verdad mas amplia.
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) cansados de que se victimicen todo el tiempo, amparados en la multiplicidad de medios que tienen para aturdir a todo el mundo
Estoy (estamos, presupongo, muchos de nosotros) con ganas de vivir en un país que supere estos conflictos. Que tenga calma. Donde cualquier medida del Gobierno no sea el fin de la vida humana, y cualquier tapa de cualquier medio, no sea el #findelperiodismo.
Pertenezco a una generación que no la pasó bien casi nunca. Yo nací en el 76. Yo vivi el golpe, las desapariciones, la Guerra de Malvinas, los intentos de golpe del 87 y 88, la hiperinflacion, la hiperdesocupacion y la hiperpobreza del menemismo, las privatizaciones, el corralito, el 2001, la fuga de cerebros, el exilio económico, el exilio político, los asesinatos del Puente Peuyrredon, Victor Choque, teresa Rodriguez, la desesperanza, la pobreza espiritual, el consumismo como forma de vida, el olvido y la injusticia como política de Estado, la corrupción estructural y la disgregación de todas las familias por causas económicas. Ese, es el país que las generaciones mas grandes nos dejaron. Ese es el país que las Magdalena, los Morales Sola, los Magnetto, los Fontevecchia, nos dejaron. Incluyo en esas firmas, claro, a los dueños económicos del país: los de AEA y de la UIA. Y los de la CGT, claro (sacando a la CTA y al MTA, que son otra cosa). Todos uds, los que hoy se viven quejando, junto a los políticos y militares de los últimos 30 años, nos dejaron este país, en el que primero Nestor y después Cristina hacen un gran esfuerzo en recomponer. Con errores. Mil errores. Millones de errores. Pero nos dan esperanza. Una esperanza que nos fue negada siempre. Y que ustedes se empeñan en romper.
Habia una época en la que los periodistas encarnaban esa esperanza. Todos queríamos que los políticos vayan al programa de lanata asi "los hacía mierda" o esperabamos las notas de investigación de los domingos para ver lo malo que eran eso que la sociedad había elegido democráticamente (aunque a mi no me gustara, claro). Cuando en los 90, se nos empujaba a odiar a los políticos desde los programas de radio y televisión y ustedes eran las estrellas que guiaban nustros espíritus maltrechos, no se quejaban. Eso estaba bien. Convivir con sus auspiciantes mientras el país se caía a pedazos y se vendía lo que quedaba, estaba bien. Me resulta increible que se victimicen porque perdieron el feeling con una parte de la sociedad. Esa agresión, cobarde, adolescente, berreta, es tomada como una excusa para denunciar. Es tomada como una cadena mas de ataques a la Libertad de Expresión. Son corporativos. Se defienden a ustedes mismos y a su éxito, no les importa el medio en el que trabajen. Son egoístas, altaneros y corporativos. Y este Pueblo, esta sociedad, no acepta mas corporativismo.
Yo quiero que todos vivamos en el mismo país. De verdad. Necesitamos a cada argentino en esta etapa histórica. No hay lugar para esta clase de divisiones. Lamentablemente, cada vez siento con mas fuerza, que muchos de ustedes no quieren vivir en el mismo país en el que vivimos nosotros. Como un reflejo de la historia, pareciera que están esperando que alguien se haga cargo de silenciarnos, encarcelarnos, matarnos o desaparecernos. Y eso es triste. Pero no es una desición nuestra. Los periodistas no son una raza aparte ni superior. No son los enviados del cielo ni los dueños de la verdad. Tampoco son la reserva moral de la República, ni la honestidad pura y blanca. Son personas con aciertos y errores. Son iguales a nosotros. Argentinos iguales a nosotros. Y todos debemos construir el mismo país, desde nuestra visión. A nosotros nos toca conducir, pero uds no son la oposición. Y si lo son, blanqueenló. Y cumplamos cada uno nuestro rol, pero dejemonos de romper las pelotas.
Diego Tirelli
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