Aca, aca y aca encontramos algo de lo que sentía (y sentíamos, claro) hace un año. Un año, ya y un año recién. Pasó mucho y no pasó nada, claro. Pasó de todo. Vertigo. Emoción. La historia está acá, al alcance de la mano. Se huele, se toca, se manosea, se rompe y se arregla. Podemos todo hoy. Vamos a tanta velocidad como es posible porque asi nos enseño Nestor. Al mango hay que ir. No hay tiempo. El que se muere de hambre hoy no tiene ballotage. El que abandona la escuela, el que no come lo que tiene que comer, el que no se cura, no tiene retorno. Necesitamos mas tiempo pero no hay.
Mañana va a ser un dia loco. Por múltiples razones. Públicas y privadas. Mañana va a ser un año del día donde tembló el país. Del día que nos permitió ver donde estábamos parados. Mierda que salió caro. Hubiera preferido enterarme de otra manera. Hoy estamos mas calmos que hace un año. Mas tranquilos. Como que crecimos un poco aunque falta mucho.
Un año después aca estamos. Esa explosión de militancia, de ganas de voluntades a disposición del proyecto, busca encausarse. Busca su canal natural, que se expresa de múltiples formas y de ninguna. Como una hidra de mil cabezas, mutamos, nos reinventamos, creamos y vamos para adelante. Con lo que hay.
El otro dia Cristina nos dijo a todos que dejaramos las vanidades personales y nos organizaramos, que recrearamos el tejido social. Hay que hacerse cargo y saber que este momento es excepcional y que depende de nosotros cuanto tiempo siga. La Historia está en nuestras manos. Podemos agitarla, romperla o solo conservarla. O podemos moldearla a nuestro placer, para que dentro de 100 años los libros de Historia hablen de la Generación del Bicentenario. Hay que hacerse cargo de este peso.
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