Ya vimos en los 2 capítulos de Proyecto Aluvión que el gorilaje le tiene miedo al Pueblo organizado, pero no solo a eso. Le tienen miedo a la dignidad, a la alegria popular. A que todos seamos iguales. Le tienen miedo a la igualdad, porque, claro, ellos son mejores. Mariano dice que el principal problema que tiene nuestros país es el racismo. Y es el principal problema porque está oculto, naturalizado. Poner sobre la mesa las diferencias que tenemos con otro grupo de personas es tan natural que perturba. Creo que tiene razón.
Es la idea central porteña (no como un lugar fisico, sino como un lugar simbólico) la de ser superiores al resto. Esa porteñidad es la que estuvo siempre en contra de los gobiernos populares, cada uno con sus matices. Dorrego, Rosas, Yrigoyen, Peron, Nestor y Cristina saben muy bien de que hablo. Y todos nosotros, los que estamos de este lado, tambien lo sabemos. Hoy La Nación (que debería llamarse Buenos Aires, pero bueh) sacó una editorial que me gustaría que analizáramos. Destila miedo esa editorial. Ya no es el odio, que lo hay, el principal argumento conservador. Es el miedo. No soy psicologo, pero supongo que deben tener sus razones.
Que un sector político alcance la mayoría propia en el seno del Poder Legislativo hace, por cierto, al juego propio de la democracia y de las instituciones de la República. El problema reside en que la fracción que podría lograr esa privilegiada posición parlamentaria ha dado sobradas muestras de autoritarismo y no ha ocultado sus peligrosas tendencias hegemónicas.
No vamos a recordar que ellos fueron cómplices de dictaduras y de genocidios varios. No hace falta, ya lo sabemos. Ni que forman parte de la hegemonía comunicacional que funcionaba perfecto hasta hace algunos años. Solo podremos a consideración que ellos juzgan la voluntad popular de acuerdo a sus intereses. Si son los que le son afines ideológicamente, es el juego de la democracia y a comerla. Si son de otro signo ideológico, son autoritarios y ese es un "voto peligroso". Interesante forma de defender la democracia.
El riesgo que en ese caso correríamos todos los argentinos se explica fácilmente con un ejemplo absolutamente contundente: el de la llamada ley de abastecimiento, sancionada en 1974, apenas una semana antes del fallecimiento del presidente Juan Domingo Perón, como respuesta al desabastecimiento entonces existente respecto de varios de los productos de la canasta familiar, situación que fuera consecuencia directa de los desaciertos de los gobernantes de entonces.
El otro dia Pagni nos decía que su miedo principal era la reforma constitucional, pero no la reelección, sino la reforma de los primeros 35 artículos de la Constitución. Hoy esta editorial nos cuenta que el peligro es la profundización de la intervención del Estado en la economía. Como Lilita, dicen "yo les avisé, después no me digan a mi". Como Lilita, no interpretan la realidad sino que la miran desde sus intereses de clase.
La reactivación de la ley de abastecimiento podría ser una de las consecuencias inmediatas del control total del Congreso por parte del oficialismo, con el agregado de cambios como los sugeridos por el proyecto de ley presentado por el diputado Héctor Recalde, que la harían aún más arbitraria. La libertad y la fortuna de los argentinos quedarían, más que nunca, en manos de la discrecionalidad de los funcionarios de turno.
Libertad y fortuna. Nada mas clasista que la libertad y la fortuna. Un trabajador no es "libre" liberalmente hablando. Y mucho menos posee una fortuna material. El miedo a perder los privilegios, nuevamente, aparece sobre la mesa. El sello distintivo de la porteñidad está en riesgo. Ya somos todos un poquito mas iguales, pero es hasta aca, nos dicen.
Lejos de mejorar la economía del país, medidas de esta clase, como la intervención del Estado en los directorios de empresas privadas, las restricciones al comercio exterior y los hostigamientos a determinados grupos empresarios sólo pueden apuntar a acentuar la hegemonía del partido gobernante, mediante la extensión de dispositivos de dominación económica.
Como en el debate de la Ley de Medios, donde nos decían que quien controla la agenda, controla la información, o como durante el debate sobre Papel Prensa, cuando Clarín y la Nación nos decían que quien controla el papel controla la información, ahora nos dicen que el control del Estado es para controlar la economía. Es interesante saber quien controla la economía ahora y si es mejor que esté controlada por quienes la controlan ahora o es mejor que esté controlada por el Estado. La respuesta, claro, explica el contundente triunfo del domingo. Y la tremenda derrota de los grupos concentrados de poder.
Sólo les faltó desempolvar la idea de Ortega y Gazzet de que la "criatura de selección" que son ellos y sus iguales se ve asfixiada ante el avance de la masa (kirchnerista en este caso), siempre incapaz de grandeza, y propicia a los caminos fáciles .
ResponderEliminarJe! si escarbas un cachito, va para ahi el comentario. No le falta ni 0 cm para esa frase
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