Pablo Sirven es asi. Al tipo lo critican y el se siente atacado. Como tantos otros que no se resignan a perder la impunidad con la que contaban. Impunidad, si. Impunidad para decir cualquier gilada y recibir palmadas en la espalda y aplausos varios. Impunidad para dar lecciones desde la tele, la radio o el diario, sobre moral, ética y política. Tipos a los que nadie eligió (y probablemente nadie elegiría) para conducir un país, una provincia, un municipio.
Da la sensación que se sienten elegidos por designio divino. Da la sensación que siempre te hablan de arriba, como brindando sentencia. Soberbia sería la palabra exacta. Son los dueños de la palabra y de las ideas. O por lo menos creen serlo. El otro día, en 678, Mariana Moyano (grosa) decia que la falacia del periodismo televisivo era que en un bloque discutían los políticos y en el siguiente hablaba un economista. Yo agrego, en el cierre, el periodista da las conclusiones. Nos dice que pensar. Concluye el debate. No lo deja abierto para que yo, televidente, piense. Piensa por mi. Ya está. Nos acostumbramos a eso y vamos despertando de la modorra.
Quizas tenga que ver con que se frenó la política de shocks para dejar temblando a la sociedad y nos podemos ocupar de otras cosas. Puede ser. En todo caso, ya no queremos que nadie piense por nosotros. El otro día fue contra los blogueros y tuiteros K. Ahora va contra el periodismo militante. El tipo va contra lo diferente. Contra el otro. Proyecta que lo odiamos y queremos que desaparezca. No se banc que digamos otra cosa, desde otro lugar.
Dice Sirven en un párrafo memorable y que debería quedar para todas las instituciones que enseñan periodismo: "¿Cuál sería la diferencia entre un "periodista militante" y un "periodista profesional"? El primero antepone su ideología a la información, a la que interpreta a través de aquélla. Cualquier noticia debe servir, antes que nada, a la "causa". Lo demás se descarta o minimiza. Esto sucede, hasta las últimas consecuencias, en los regímenes totalitarios donde se publica exclusivamente aquello que es útil al gobierno y se silencia por completo a los que no se disciplinan verticalmente al "pensamiento único". El "periodista profesional", aunque tenga ideología, de todos modos tratará de dejarla a un lado y procurará abordar la noticia sin preconceptos, tratando de mostrar sus múltiples matices y contradicciones. Naturalmente, se trata de una persona y como tal no está exenta de pasiones y puede equivocarse. Por otra parte, se expresará dentro de los márgenes de la política editorial de la empresa periodística donde se desempeña."
Me encanta la definición de periodista profesional. "Aunque tenga ideología", dice. ¿Hay personas sin ideologías? No se nota. "Tratará de dejarla de lado y procurará abordar la noticia sin preconceptos, tratando de mostrar sus múltiple matices y contradicciones". Como esta definición sacada de algún diccionario medio berreta iba a ser respondida con un "Trabajas en La Nación, Sirven!", le agrega "Por otra parte, se expresará dentro de los márgenes de la política editorial de la empresa periodística donde se desempeña". Contradictorio es trabajar sin preconceptos y sin ideología dentro de los márgenes de la política editorial de la empresa periodística donde se desempeña. Además aclara (por suerte) que el periodista es una persona y puede equivocarse. ¿El miltante? No llega ni a persona, parece. Los adjetivos que le pone a uno y a otro son casi infantiles. De un lado todo lo correcto y del otro lo incorrecto. Claro, según que es lo correcto para Sirven y La Nación, obvio, porque Sirven no se puede apartar de la línea editorial del diario. Por consiguiente, suponemos que la editorial opina algo parecido. Bien.
Tambien me encanta el temita de que toma la noticia. ¿No se elije una noticia? ¿No se privilegia una sobre otra? ¿Desde que lugar se elijen las prioridades? ¿Desde la aideología? O sea, según su definición, las noticias "aparecen", el periodista "las aborda" y las trata aideologicamente. Y capaz que, debido a sus pasiones, se equivoca. Tenembaum dice que puede haber errores, no mentiras. Son dos maneras de ver las cosas.
Uf. Como desde este blog, tal como lo indica su nombre, pensamos que la realidad puede ser vista desde múltiples verdades y todas conforman una realidad superadora de lo qu cada uno pensamos, no vamos a invalidar el pensamiento de La Nación. Ahora bien, dudamos fervorosamente que La Nación sea un diario aideológico, que toma la noticia sin preconceptos y las trata con sus múltiples matices. Lo mismo sus periodistas, pues, como bien dice Sirven, no se pueden apartar de la línea editorial del dario. Ejemplos sobran. Tambien dudamos que el periodismo militante sea tan malo. Poner de ejemplo a "El Descamisado" o a "Cabildo" es arbitrario. Podría haber elegido a cualquiera de los miles y miles de ejemplos que circularon y circulan por nuestro país y no hacen apología de la violencia política. ¿Habrá sido un error pasional de Sirven? Le damos el beneficio de la duda.
Tambien dudamos que La Nación, en su origen, no haya tenido ninguna ayuda del Estado. Es mas, estamos convencidos de que ese diario, que fue un instrumento de propaganda mitrista y unitaria, fue financiado por el Estado en sus origenes, por lo que no tendría derecho a elevar la voz si el Estado decide financiar medios que le son afines ideologicamente. Es mas, casi que debiera justificar este echo.
La prensa independiente no existe, desde nuestra humilde posición. Todos defendemos algún interés. Y está perfecto que asi sea. El tema es que hay que reconocerse humanos y marcar posiciones. No alcanza con decir "puede haber errores o excesos". Cuando yo era chico, había una canción con esas dos palabras.
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