Hoy van a condenar a Menendez. Una vez mas. Y ayer lo escuchaba (lo poco que lo pasaron en la tele) justificarse, hablar de la guerra revolucionaria que ellos enfrentaron, nombrar revistas, datos de partidos revolucionarios, en fin, un breve repaso de la historia argentina contemporánea desde la óptica de un genocida. Como ya lo había escuchado otras veces, solo me generaba odio lo que el tipo había hecho, o sea, sus crímenes y su impunidad para realizar esos crímenes. Sin embargo, pronunció una frase que me trajo al presente. “Defendimos una forma de vivir”, dijo el asesino. “La subversión marxista quería cambiar nuestros valores”, sostuvo el genocida.
Sin entrar en discusiones ya perimidas sobre los crímenes realizados por la dictadura (que ya fueron juzgados y condenados por la sociedad), me trae a las discusiones del presente, pues se usan las mismas frases. Monseñor Aguer, gorila como pocos, dice que el no quiere que se cambie la concepción de la familia. ¿Se siente atacado el monseñor? Los grupos conservadores (que, justamente, quieren conservar un status quo) analizan que no hay estudios que digan como podrían reaccionar los niños ante padres del mismo sexo, por lo tanto, mejor no modifiquemos nada, hasta que esas conservadoras conciencias reciban la información de que los niños de padres homosexuales van a ser iguales a otros niños. ¿Iguales? ¿Iguales a quien? ¿Cual es el modelo para que alguien sea considerado igual? ¿Lo correcto es ser igual a una familia católica? ¿Corre riesgos una persona por tener ideas distintas a la clase dominante?
Pensaba en estas cosas, mientras lo veía a Menendez por la tele. Y pensaba en los miles de cumpas que dieron su vida para las cosas sean distintas. Y en los que gritan para que las cosas sigan iguales. Esperemos que los senadores tengan un gesto de dignidad humana y se dejen de joder.
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