Cuando era pibe, quería ser un periodista prestigioso. Como Neustadt, porque en ese tiempo, Neustadt era un periodista prestigioso. Tenía actitud. Se "salía de la pantalla" y me conmovía. Nunca supe muy bien de que hablaba, ni si estaba de acuerdo o no con lo que decía. Me fascinaba su mirada, sus silencios, como se movía por el estudio.
Tenía actitud de periodista.
Con el tiempo, entendí que esa era la diferencia entre los "del montón" y los "distintos". Maradona es distinto porque, aparte de su enorme talento, tenía una enorme actitud en la cancha. Como Messi. Yo quería ser el Maradona de los periodistas. Tengo la actitud necesaria. Y no es soberbia, ojo. Soy objetivo.
Yo odio a los que son del "montón". Los que no sobresalen en lo que hacen. Los que dicen algo y no hace ruido lo que dicen. Desde chiquito siempre soñé con que me den bola. Con decir cosas y que todo el mundo las comenté.
Eso es tener actitud para mi. Porque lo que importa es la actitud.
Yo creo que ya cumplí mi sueño. Todos hablan de mi, de las cosas que escribo. Porque soy provocador, transgresor, picaro, inteligente, buen entrevistador. Pero por sobre todas las cosas, tengo actitud. Eso es lo que me sobra.
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