En sintonía con el lugar que ocupa -número uno de Microsoft en la Argentina- Sandra Yachelini administra sus tiempos con maestría. Sólo la estresa la desconexión. "Me robaron el celular en los Estados Unidos y por tres días estuve sin teléfono y en un lugar sin correo. La condición de estrés, con seis horas de diferencia, era dramática", asegura. En sus modernas oficinas, recibió a El Cronista.
-¿Cómo ve el clima de negocios, con un resultado casi cantado para las elecciones?
-La industria de la tecnología siempre es un área de oportunidad. Tanto las pymes como las multinacionales argentinas están más integradas en el mundo. Tienen una oportunidad, o un desafío, de ser más productivas. No puedo dejar de ser optimista porque, en definitiva, en los planes de negocios de la mayoría de mis clientes el tema productividad e innovación tecnológica forma parte de la agenda. Encima, se está sumando toda una oportunidad por los mecanismos de créditos al consumo y la fuerza que le están poniendo proveedores locales y multinacionales de integrar a otras escalas de la pirámide poblacional a la tecnología. Argentina lidera la adopción de smartphones en Latinoamérica.
-¿Los afecta la inflación en dólares?
-Genera un poco mas de presión sobre los costos pero, por otro lado, tenés oportunidad de crecimiento porque los productos en dólares están mas accesibles. Se compensa. Creo que se va a mantener un equilibrio.
-En el caso de la industria de software, ¿que perspectivas observa?
-Una oportunidad brutal. El límite está en la cantidad de profesionales que, en colaboración público-privada, somos capaces de atraer hacia la industria. Es un desafío que los jóvenes estudien ingeniería, matemática o física.
-¿Se está teniendo una mirada estratégica sobre ese tema?
-Son pocos los países que han encontrado mecanismos de atracción a los jóvenes para este tipo de carreras. Nosotros estamos activamente preocupados y trabajando con entidades de educación para fomentar que más mujeres trabajen en ciencias duras y que más estudiantes elijan ciencias duras. Es una fuerte preocupación del Ministerio de Ciencia y Técnica y del Ministerio de Educación. En casi todos los países está decreciendo la cantidad de ingenieros. Es una tarea difícil, pero no se gana una guerra que no se empieza.
-¿Por qué los jóvenes no se sienten atraídos por la ingeniería?
-Es lo que estamos tratando de encontrar. En distintos lugares se está tratando de innovar en le enseñanza para hacerla más atractiva. Vivimos en una era donde se pretende todo rápido y hay una percepción de que es más difícil desarrollar una carrera en ciencias duras. Tal vez, desde el lado de las empresas de tecnología no estamos contando lo suficiente las oportunidades.
-¿Es un mito el talento argentino en el negocio del software?
-No. La exportación de software argentina es la mayor exportación de software de Latinoamérica. Es un hecho medible. Habitualmente estamos reconocidos por ser creativos, innovadores y por una rápida adaptación al cambio. Por otro lado, en lo que es el eje de Américas nos beneficia mucho que haya países que están creciendo un montón. Como Brasil, que también tiene límites en su capacidad de recursos. Canadá creció como near shore que le exporta a los Estados Unidos por proximidad. Se necesita un ancla para desarrollar el músculo.
-¿Ve a Brasil como ese ancla?
-Hay muchas exportaciones a Brasil, también a los Estados Unidos, beneficiadas por el uso horario, a Europa.
-Desde la experiencia de haber llegado a la cima de una compañía, ¿por que son pocas las que lo logran?
-Para llegar a algún lugar hay que quererlo, decirlo y trabajar duro. Y tener un condimento de suerte. Venimos de una cultura donde mucha gente no se anima a soñarlo o no está dispuesta a realizar los sacrificios para conseguirlo. Pero no veo otro límite.
-¿Se las mide con una vara más alta?
-No, ese mito surge porque no hablamos suficiente de lo que queremos. Solemos ser más frontales en las organizaciones, pero de la carrera no hablamos. Como una ambición escondida.
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