Resulta que, como un adjetivo que viene desde el principio de nuestra historia, lo "independiente" (no confundir con el único grande de Avellaneda), confunde, distorsiona, nubla las ideas. Como hipótesis, diremos que esa palabra fue apropiada por las clases dominantes porteñas y la fueron amoldando a sus intereses. Para nuestras clases populares, la palabra independencia era un sustantivo, algo con un fin en si mismo.
Esos dos conceptos bien diferentes, surcaron nuestra historia hasta nuestros días. Las clases populares querían la Independencia para ser un país autónoma. Las clases dominantes, querían un Estado independiente para poder negociar con Inglaterra. Esta dicotomía que es la madres de nuestras diferencias (conceptualmente hablando, claro), se repitió demasiadas veces. Y no solo a lo largo de la Guerra civil Argentina. EN el 55, por ejemplo, después del golpe, los gorilas usaron al estado Independiente para asociarse al fondo. Rivadavia uso la independencia para entregar territorios. Dorrego la quería para unir.
Hoy, los diarios hegemónicos, usan el adjetivo independiente para definirse a si mismos. Lo utilizan como los definió siempre su clase: para negociar con el extranjero. La independencia, asi, no es del país, es de la clase dominante que utiliza los recursos de todos para su beneficio.
En su editorial de hoy La Nación abusa una vez mas de este término. "Es vital que nuestros jueces mantengan la independencia ante un poder que no reconoce fronteras morales ni legales". No sabemos a quien se refiere, por ahora, claro.
"En su afán por controlar y manipular a la opinión pública, el gobierno nacional ejerce una presión sobre la Justicia que contradice la esencia misma de la República, toda vez que los jueces deben actuar siempre con imparcialidad e independencia, sin someterse a los designios ni a las deleznables interferencias del Poder Ejecutivo." ¿Por qué dice esto La Nazión?
"Lo que ha estado y continúa ocurriendo con algunos procesos judiciales en nuestro país, como los casos audazmente emprendidos contra algunos empresarios rurales o contra Shell, Papel Prensa, Fibertel o, más recientemente, el grupo Techint, sugiere que el momento es propicio para recordar que cuando, al terminar la Segunda Guerra Mundial, los aliados comenzaron a organizar el histórico Tribunal de Nuremberg, se pusieron en evidencia dos visiones muy diferentes acerca de cómo debía operar y cuál debía ser su cometido institucional en la búsqueda de administrar justicia." ¿Por que traerá al presente al Tribunal de Nurembreg? ¿A los Aliados?
"Para el principal representante soviético en esas conversaciones, el general Nikitchenko, en ese momento vicepresidente de la Corte Suprema de la Unión Soviética, el tribunal debía simplemente "determinar la medida de la responsabilidad de cada persona en particular y establecer el castigo necesario". Es lo que sucede todavía en Cuba y en otros países autoritarios, en los que el papel del Poder Judicial es el de un mero agente de quien ocupa el Poder Ejecutivo. Presumía aquel general, desde el comienzo, que todos los que resultaran convocados a comparecer ante el tribunal para ser juzgados eran inexorablemente criminales." La segunda parte de la frase no se condice con la primera, ya que dicen cosas distintas. vamos a dejarlo pasar, porque sabemos que el editorialista de La nación está peleado hace rato con la sintaxis. ¿Pero hacia donde va esta nota?
"La concepción soviética apuntada tiene un llamativo paralelo con la visión de aquellos que, entre nosotros, se refieren constantemente a la necesidad de que existan "juicio y castigo". De hecho, así rezan los carteles y las consignas de algunas de las más conocidas organizaciones de derechos humanos en nuestro país. Como si la mera iniciación de un proceso debiera necesariamente terminar en la culpabilidad de los acusados, sin que exista, siquiera, en su favor la presunción de inocencia consagrada en nuestra Constitución Nacional. Como si el acusador fuera, a la vez, juez." Es increible que lo digan desde un diario que acusa de corrupción a alguien sin que haya denuncias. Pero es lo que hay. ¿Pero a donde quieren llegar?
"En cambio, para el principal representante de los Estados Unidos en esas mismas conversaciones, el jurista Robert H. Jackson, las cosas eran ciertamente muy diferentes. Su postura se sintetizó en una conocida frase: "No se puede someter a juicio a ningún hombre si no se está dispuesto a dejarlo en libertad si no se comprueba su culpabilidad. Si queremos una política que consista en tirar contra los alemanes, que sea así. Pero no escondamos los hechos detrás de un tribunal"."
"Más allá de las presiones de distinto tipo y hasta de las intimidaciones, cabe esperar que nuestros jueces mantengan, en todas las circunstancias, una actitud real de imparcialidad e independencia, sin la cual se derrumbarían los equilibrios y contrapesos republicanos de nuestra Constitución, al tiempo que los argentinos quedaríamos enteramente a merced de la arbitrariedad de un poder que, en su perverso accionar, desgraciadamente no reconoce fronteras de ningún tipo."
La justicia Independiente se transforma, entonces, en una justicia de clase. La imparcialidad significa que fallen como nosotros queremos. Lo que dice el representante norteamericano está perfecto. Hay que confiar en la justicia y en el sistema. Y someterse a su veredicto. Sin presiones, sin intimidaciones,, como por ejemplo este editorial.
Y ni hablemos que en el capitalismo cuanto más guita y posición tenés, más fácil es salir airoso de un proceso.
ResponderEliminarLas cárceles yankys, sabido es, están llenas de pobres negros.
- Ah y no jodan más que Independiente hay uno solo!
Bueno, eso ni hablar! El tema es que independiente son ellos, no somos todos, se entiende (?)
ResponderEliminarY al incluir la palabrita "soviético", volvemos a la noción fundadora (y fundidora) del "mundo libre" que andaría peligrando, por culpa de una yegua, una vieja y un chorro, que "casualmente" se volvió locuaz y presuntuoso en clarín.
ResponderEliminarIgual, ram, ese esquema atrasa 20 años. Los enemigos del mundo libre están en otro lado. Demuestra su poca capacidad de adaptación a los nuevos tiempos (?)
ResponderEliminarLo comentaba ayer en otro blog. Estos tipos siempre obstaculizaron el procesamiento de los militares porque sabían que luego de los responsables directos, los siguientes serían ellos, la promoción y sostén civil de los milicos genocidas.
ResponderEliminarRicardo, están preocupadísimos. Lo de Gelblung es ya para el manicomio. Y lo de La Nazion, bueh, ya viste, se remite a Nurembreg para justificarse. Un papelon.
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